jueves, 20 de agosto de 2009

el humo

Las concentraciones de contaminantes atmosféricos perjudiciales para la salud tienden a ser más altas en lugares cerrados en los países en desarrollo, contrario a la creencia común de que esto es ante todo un fenómeno urbano asociado con los vehículos motorizados y las industrias. Una gran proporción de los hogares en países en desarrollo dependen de combustibles de biomasa – leña, estiércol y residuos de sus cultivos – para cocinar y calentar sus viviendas. Como resultado, unos 3.500 millones de personas, en su mayoría residentes en zonas rurales, están expuestas a altos niveles de contaminantes atmosféricos en sus casas. El Banco Mundial ha designado esto como uno de los cuatro problemas ambientales más críticos de los países en desarrollo.
A medida que las sociedades van modernizándose, los hogares suben un peldaño en la “escalera energética” a los combustibles líquidos o gaseosos más limpios y, en algunos casos, la electricidad para cocinar. Se proyecta que el uso de los combustibles de biomasa irá disminuyendo lentamente en general, pero continuarán siendo la primera fuente de energía doméstica en gran parte del mundo en desarrollo durante el futuro previsible: según algunos estimados, en algunas regiones pobres, la dependencia de estos combustibles en efecto podría haber aumentado en fecha reciente.

Los ambientes dedicados a cocinar tienden a estar mal ventilados en muchas viviendas de los países en desarrollo, que en su mayoría no tienen una cocina separada. La vida se desarrolla en torno al lugar en que se cocinan las comidas, y las mujeres pasan gran parte de su tiempo allí. Las cocinas en su mayoría son muy primitivas – con frecuencia nada más que un hoyo o tres ladrillos – y queman los biocombustibles de manera ineficiente. Así, los habitantes, y las mujeres y los niños pequeños en especial, tienden a estar expuestos a altos niveles de humo de cocinas, que exceden con mucho los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud.

Este humo de biomasa contiene muchos componentes nocivos, incluso partículas respirables en suspensión, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, formaldehido, e hidrocarburos poliaromáticos tales como benzo(a)pirina. Altas exposiciones a estos componentes pueden afectar el sistema respiratorio, los ojos, y las respuestas del sistema inmune, y aumentar la susceptibilidad a las infecciones y las enfermedades. Se los ha vinculado con serios problemas de salud, incluso tuberculosis, infecciones respiratorias agudas, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cor pulmonale, y cáncer del pulmón – y se asocian con asma, ceguera, anemia, y resultados adversos del embarazo como peso bajo al nacer y mortalidad perinatal.

Tuberculosis
Recientes investigaciones sugieren que personas que viven en casas que dependen fundamentalmente de biocombustibles para cocinar con dos a tres mayor probabilidad contraerán tuberculosis activa que aquellas que usan combustibles más limpios. Al reducir la resistencia a la infección inicial o promocionar el desarrollo de tuberculosis activa en personas que ya están infectadas, o ambos, el humo de las cocinas puede aumentar el riesgo de tuberculosis. La tuberculosis pulmonar, la forma más común de la enfermedad, es transmitida por la tos, que se ve aumentada por el humo. La benzo(a)pirina, un conocido carcinógeno, se halla en este humo en grandes cantidades, y hay pruebas de que esto puede deprimir las respuestas del sistema inmune.

Infecciones respiratorias agudas
Estas infecciones constituyen la causa singular más importante de morbilidad y mortalidad en todas partes del mundo, dando cuenta de la muerte de más de 3 millones de niños menores de cinco años cada año – y de un 9% aproximadamente de toda la carga de enfermedad en el mundo. La exposición prolongada a altos niveles de humo de biomasa puede dañar la capacidad de depuración de los pulmones y volverlos más susceptibles a infección. Los efectos pueden ser particularmente graves para los niños pequeños, que tienden a quedarse en la casa, a menudo atados a la espalda o sentados en el regazo de la madre mientras ella está cocinando.

Enfermedad de obstrucción pulmonar crónica
Las infecciones respiratorias repetidas o graves en la infancia también pueden conducir a enfermedades crónicas de los pulmones en la edad adulta. Un número de estudios han reportado una asociación entre la exposición al humo de biomasa y bronquitis crónica o enfermedad de obstrucción pulmonar.

Asma
Es probable que, más bien que causar el asma en primer lugar, el humo agravará el asma – desencadenando un ataque. No obstante, los ataques repetidos debidos a la exposición al humo pueden dejar a la persona más vulnerable a pequeñas dosis y aumentar la gravedad de los ataques. La exposición a partículas finas en el humo se ha vinculado con mayores síntomas de asma y visitas a consultorios de emergencia. La evidencia de los efectos del humo de las cocinas como causa de asma es mixta, pero el humo contiene algunos de los mismos contaminantes encontrados en la contaminación atmosférica o el humo de tabaco, ambos asociados con la enfermedad.

Anemia y resultados adversos del embarazo
El humo de la combustión de biomasa contiene grandes cantidades de monóxido de carbono (CO), que puede combinarse con hemoglobina en la sangre para producir carboxihemo-globina (HbCO), reduciendo con ello efectivamente la cantidad de oxígeno transportado a los tejidos del cuerpo y causando anemia. Esto es particularmente importante para las mujeres debido a que ellas tienen menos reservas de hemoglobina que los hombres, y porque sus niveles naturales de HbCO aumentan considerablemente durante el embarazo. Por otra parte, las mujeres son quienes cocinan la mayoría de las comidas y por ende están más expuestas al CO. No existen estudios empíricos que vinculen el humo de las cocinas con la anemia, pero hay cierta evidencia que lo vinculan con el desarrollo del feto, el peso bajo al nacer, y la mortalidad perinatal.

Cataratas y la ceguera
Es sabido que las cataratas – la principal causa próxima de ceguera total en el mundo – están vinculadas con el daño al ojo que, entre otros factores, puede ser producido por una pesada contaminación transportada por el aire. Varios estudios en humanos indican que el humo de tabaco puede causar catarata, lo cual sugiere que el humo de las cocinas podría tener un efecto similar, si bien la investigación llevada a cabo es limitada. El tracoma y la conjuntivitis, también causantes de ceguera, tal vez podrían ser agravados por el humo.

Cáncer de pulmón
El humo de las cocinas, igual que el humo de tabaco, contiene numorosos hidrocarburos aromáticos policíclicos, tales como benzo(a)pirina, que pueden causar cánceres. La investigación empírica ha demostrado una asociación entre la exposición al humo de carbón y el cáncer de pulmón, pero la evidencia que vincula el humo de biomasa con el cáncer de pulmón es limitada. También se ha vinculado la exposición al humo de biomasa con cánceres nasofaríngeos y laríngeos, otitis media (infección del oído medio) en los niños, y cor pulmonale.

Hay suficientes pruebas que sugieren que el humo de cocina ejerce muchos efectos sobre la salud, aún si su rol en la transición epidemiológica no se comprende totalmente.

Según un estimado reciente, la quema de combustibles domésticos sólidos da cuenta de unos 2,5 millones de muertes prematuras cada año – alrededor de 6-7% de la carga mundial de enfermedad, y considerablemente más que la proporción debida a la contaminación atmosférica ambiental urbana.

En general, se ha estimado que 25-33% de la carga mundial de enfermedad puede atribuirse a factores de peligro ambiental. Un estudio reciente coloca el uso de combustibles sólidos sin procesar para cocinar y calentar las viviendas en el tercer lugar más importante entre estos factores, después de la desnutrición y del agua/higiene/saneamiento, causante de discapacidad y muerte en los países en desarrollo.

La opción es clara. Es posible salvar millones de vidas humanas y evitar gran cantidad de mala salud en los países mediante la reducción de los niveles de contaminación en lugares cerrados del humo causado por cocinas y estufas. Tal vez la opción política a largo plazo más obvia consiste en promocionar un cambio de los combustibles de biomasa a los combustibles más limpios. Otras incluyen fomentar viviendas mejores y cambiar la conducta mediante programas de educación sobre los efectos adversos de la exposición al humo de las cocinas.

Empero, a corto plazo, la falta de disponibilidad de infraestructura y combustibles alternativos – y de la capacidad de la gente para pagarlos – podría hacer imposible un cambio de los biocombustibles. Una política más práctica consistiría en promocionar cocinas mejoradas. Hace falta proveer cocinas y estufas de bajo costo que queman biomasa de bajo consumo de combustible, producen menos humo, provistas de tiros o campanas diseñadas para evitar el escape de contaminantes al interior de la habitación. Pero será necesario adoptar un enfoque asequible y sostenible – que dé alta prioridad a las necesidades locales y a la participación comunitaria – si semejante programa ha de resultar efectivo

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